lunes, 20 de febrero de 2012

En busca de la estabilidad


Y ahí estaba yo, sentado frente al monitor de la computadora, esperando que Ella me respondiera, anhelando tener una respuesta positiva hacia mi propuesta, deseando con ansias poder volver a verla. Si, la extrañaba, quizás por todo el tiempo que pasamos juntos en la universidad, o quizás porque (aunque no quiera admitirlo) estaba embobado por su cautivante forma de ser. Hubo un tiempo en el que ella y yo pudimos haber sido (como decía un buen amigo de clases) una linda pareja, pero, como cualquier jovenzuelo incauto desaproveché aquella oportunidad y deje ir de mis manos una bella ocasión de ser feliz que me regalaba la vida.
Aún recuerdo la primera vez que hable con ella, habíamos asistido a un seminario en el área de Ingenierías de nuestra Alma Mater, entre las ponencias de los invitados se dio un receso para “refrescar” la mente y regresar recargados a las (aburridísimas) charlas. Varios fuimos a por un pequeño postre en la cafetería de la facultad, después de todo, habíamos estado allí desde las 7:00 de la mañana, y varios estábamos con el estomago vacío, mis amigos y yo nos ubicamos en una mesa lejos de las demás, riendo y comentando de lo desesperante que era estar en el auditorio, sentados y sin hacer más que escuchar y escuchar atentamente aquellas ponencias de los doctores, abogados y periodistas que desfilaban uno tras otro en el estrado, tratando de explicar el porque de las imperfecciones de nuestro sistema político.

Entonces la vi, estaba fuera del local, sentada y disfrutando de un helado, en ese momento tuve un Deja Vu, sentí que la conocía, que la había visto mucho tiempo antes, que hablamos largo rato en algún remoto momento de nuestras vidas, pero no conseguía recordarlo. Esa sensación me invadía más y más, así que me dispuse a acercarme a  ella y continuar nuestra (tal vez) inverosímil conversación.

Pero ¿Cómo abordarla? Pensé en decirle ¿Nos conocemos de algún lado? O ¿Nos hemos visto antes? Pero sonaría como un viejo cliché que usan los “galanes” de cine para ligar a alguna desconocida en una película gringa. No era tonta y seguramente notaria que lo único que quería era una absurda excusa para poder hablar con ella, y tal vez pensaría “este tarado cree que esas cosas funcionan en la vida real” lo cual me dejaría como un tonto en un instante, y según dicen “la primera impresión es la que cuenta”. No podía dejar que ella pensase eso de mí, así que me detuve un momento y decidí inventar y cambiar la historia de mí relajada vida, decirle que soy el tipo mas responsable y listo que jamás haya conocido, un romántico joven de esos que casi ya no hay, un individuo sensible a la verdadera belleza de mundo, capaz de percibir lo bello del universo en cada rincón del espacio, hacerle ver que alguien como yo, era sin duda, un partidazo, iba a ser difícil pero estaba muy seguro de lograrlo.

- Hey!, Hola puedo acompañarte- le dije con un tono serio pero a la vez amigable.
- Claro, hay campo para todos- respondió ella mirándome con un gesto extrañísimo.
Estaba incomoda, había llegado a molestar su paz y quietud, (este idiota no tiene otra cosa que hacer más que venir a molestar- seguramente pensó) Claro que en ese momento no caí en cuenta de ello; no lo hice sino hasta después de 8 meses, tiempo en el que volvimos a vernos y hablar para formar grupos de trabajo para los distintos cursos de la carrera e iniciar una hermosa amistad, entonces recién descubrí lo que significaba aquel gesto en sus ojos.

-¿Hace mucho frió no crees?– Le dije –este clima va cada vez más raro, si estas encerrado entre paredes te congelas todo y si estas bajo el sol más de 20 minutos te quemas horrible.
- Eso sí – respondió ella con una dulce voz- a estas horas yo debería estar echada en mi cama, calentita bajo mis frazadas y soñando de lo más rico.

Eran las 9 de la mañana, y aunque yo también era (o mejor dicho, soy) un holgazán que se levanta tarde, jamás pensé que una chica me dijera lo mismo, y menos con la frescura con que ella lo hizo, era diferente. Hasta entonces la mayoría de chicas con las que había hablado me vendían la imagen de chicas responsables, madrugadoras y sobre todo muy aplicadas; claro, algunas si eran un poco más rebeldes, pero ninguna de ellas hubiesen madrugado para llegar a tiempo a aquel seminario, y yo la había visto al ingresar al auditorio, es decir, esto para ella, era cosa sería. Esta respuesta sin duda me dejo más helado de lo que ya estaba, se suponía que iba a decirle que era un tipo todo lo contrario a lo que parecía ella era, de alguna manera otra vez regreso a mi mente lo que diría al venderle mi falsa personalidad “este tonto es un lerdo nerd y aplicado, que se alucina lo máximo” e irremediablemente aquello reduciría las posibilidades de poder, de alguna manera, lograr algo con ella.

Decidí ser un poco más sincero, revelar algunas cosas de mi verdadero yo, y rajar un poco del mundo y de las rutinas que nos ofrece la sociedad, renegar del tonto refrán “Al que madruga Dios le ayuda”, no era necesario levantarse temprano para que Dios nos ayudase, o es que ¿EL solo ayudaba de madrugaba?

- Pues sí, a quien se le ocurrió programar este seminario para las 7, porque no piensan un poco más en nosotros (los estudiantes) y lo dejan para las 10, así aprovechamos para completar el sueño y desayunarnos bien, por ahí dicen que es la comida mas importante del día, as podríamos llegar temprano aquí y ahorrarnos el tedioso trafico de la ciudad.

- Jajaja, tu al menos dormiste un poco, yo tuve que levantarme a las 2 de la mañana para ir con mi mamí a comprar algunos cosas para el almuerzo de hoy, es el cumpleaños de mi papá, y a mi dulce madrecita no se le ocurrió mejor idea que hacer Chupe de Camarones, eso sí, frescos y sabrosos, y claro como yo soy la hermana mayor tengo que acompañarla, no he dormido nada, y para colmo al paso que va esto, llegaré tarde a mi casa y seguramente no habrá nada para mí, es decir, a la que se sacrificó solo le dejaran las sobras, esas que nadie quiere porque ya perdieron el sabor.

- Wao que buena hija que eres, pero ¿Por qué no les dijiste que tenias que venir seminario?

- Se lo dije y fue por eso que decidió llevarme a mí, me dijo “si igual vas a despertarte temprano para ir a la u, un par de horas más no te van a hacer daño”.

- Jajaja -No pude evitar la risa- definitivamente los padres siempre encontraban la forma de que accedas a sus propuestas, en decenas de ocasiones ya tienen decidido que es lo que harás ese día, y claro, ni te consultan o piden tu permiso, ellos ya tienen la excusa perfecta para que irremediablemente acabas haciendo lo que ellos quieren. Increíblemente sin que tú lo sepas, terminas haciendo lo que ellos desean, tú crees que fue tu decisión pero en realidad fue suya. ¿Has oído de la Psicología inversa?

- No, este día he escuchado muchas cosas y la verdad no sé si logre recordarlo todo.

- Posiblemente, pero siempre se aprende algo nuevo, yo por ejemplo, hoy aprendí que cuando una persona llega temprano a un lugar, no necesariamente es porque le importe mucho, tal vez sea porque la obligaron a levantarse temprano.

Y así, hablamos durante los próximos 20 minutos que duró el receso, me contó parte de su vida, y yo casi nada de la mía, intercambiamos quejas, nos burlamos de las situaciones que a ambos nos acontecieron durante el proceso de ingreso a la carrera, renegamos de la mala suerte de vivir lejos de la universidad, del trajín que involucraba trasladarse día tras día a nuestra casa de estudios, aún más en aquellos meses de calor infernal y de heladas noches, sin duda el clima estaba jugando con nosotros. Al término del receso nos vimos forzados a retornar al auditorio para culminar con el ciclo de exposiciones.

Al salir decidí esperarla, me la había pasado bien con ella, y quería continuar aquella tertulia, eran casi las 3 de la tarde, de un viernes cualquiera. Ella salió, la aborde y lme ofrecí acompañarla al paradero “una chica tan linda no puede andar sola por una ciudad peligrosa”- le dije. Afortunadamente ella tomaba su transporte en el mismo lugar que yo, así que no había problema en recorrer grandes distancias, en anteriores ocasiones ya me había pasado, acompañaba a atravesar medio centro de la ciudad a una damicela para despacharla y después me venia forzado a recorrer largo trecho de regreso para poder abordar mi combi, con el calor que hacía seguramente iba a ser un mision casi suicida, a pesar de la hora, el sol estaba cada vez más abrazante, y el cielo no mostraba rastro de nube alguna, sin lugar a dudas, aquella iba a ser una caminara muy larga, pero no, esta vez había tenido suerte y solo tenia que hacer una ruta.

- Y ¿Donde tomas tu combi?- le pregunte, fingiendo no saber hacia donde se dirigía.
- Aquí cerca, pero antes, quiero ir a comprar algunas cosas ¿Tienes tiempo?
- Si, claro, te sigo.
- Bien, vamos a ir a una librería que conozco, necesito un cuaderno y un par de lapiceros.

Caminamos por la ciudad cerca de veinte minutos, esquivando los carros que, para variar, andan siempre apurados y no son capaces de detenerse un momento para que la gente de a pie pueda cruzar tranquilamente una pista, en fin, llegamos a la librería, era grande, más grande que ninguna otra que haya visto antes (tomando en cuenta que la única librería que conozco, es la de la esquina de mi casa), con cerca de 20 trabajadores que buscaban atender al público de la mejor manera posible, una gran variedad de cuadernos, lapiceros, hojas, láminas, colores, borradores, fólder’s e infinidad de cosas que le piden a uno cuando esta por ingresar al primero año de educación inicial. Nos acercamos a la sección cuadernos y entonces descubrí que mi viejo cuaderno “loro” ya había pasado de moda, ahora todos los cuadernos tenían diseños extrañísimos en sus tapas, con distintas “cositas” que le hacían especial y diferente de entre los demás, stickers por doquier y hojas de diferente volumen y tamaño.

Ella, como toda mujer que se respete, demoro otros 30 minutos en comprar el dichoso cuaderno y su “pack de lapiceros” (que incluía colores de los que jamás había oído), no demoro mucho en escoger los artículos adecuados, sino en pagarlos, mismo RENIEC el procedimiento para cancelar el precio de los productos involucraba trasladarse de caja en caja y formar cola para todo, para ver el costo de cada articulo y anotar el monto total, para cancelar el saldo, para recoger las útiles y para salir del establecimiento, pues un gorila se encargaba de revisar que todo este “en orden”. Ni en el Terrapuerto había tanta seguridad y orden a la hora de realizar un trámite. Mientras ella corría de un lado a otro, me asomé a ver el montón de novelas que allí se vendían, encontré varios títulos interesantísimos, pero no compre ninguno, y no porque fuese tacaño (cosa que muchos dicen de mí), sino mas bien por evitar todo el “embrollo burocrático” que acarreaba realizar allí mi compra, más fácil era grabar el nombre de la novela en mi memoria, ir a “la esquina del lector” y comprar en menos de dos minutos aquella obra. Siempre lo he dicho “los hombres somos más prácticos”.

Salimos del lugar y le pregunto el porque de acudir a aquel establecimiento, seguro existía una librería en la cual nos evitarían tanto enredo y correteada de un lado a otro. –Siempre he venido aquí- me dice y yo quedo extrañado todavía, en fin, cada quien sabe donde hace sus compras, eso sí, si en algún futuro me pide que la vuelva a acompañar, deberé inventar alguna excusa, pues no estoy dispuesto a volver más a ese lugar, es cierto que tienen toda la indumentaria necesaria para realizar los “trabajos estudiantiles” pero el ajetreo de los clientes, el bullicio de los niños al exigir a sus padres determinado articulo, el mal genio de algunas señoritas cajeras, la cara de detective del “gorila” que resguarda el ingreso y salida de toda persona, son un trauma que será muy difícil superar.

Compramos un par de helados y caminamos de regreso, exactamente por la misma ruta que seguimos para comprar sus “cosas”, mientras caminamos Ella me habla de una película que le recomendó una amiga.

[…]La amiga, claro, como no conocer a su amiga, como olvidar aquella vez en que me mando al infierno de un solo grito, recuerdo que fue durante la clase de Semiotica, ella era responsable de unas copias que dejo el profesor, hojas que necesitabamos para hacer un importante trabajo, mi mala memoria me hizo olvidar de aquel trabajo, los días pasaron y no lo recordé sino hasta revisar el bolso de una compañera, vi las copias y enseguida los recuerdos volvieron a mi mente, quedaban apenas 2 días para realizar el trabajo, todo mundo ya estaba por terminar, y comentaban de lo difícil que les resulto buscar y consultar libros, sacar conclusiones y armar sus flujogramas, estaban preocupados aún cuando iban por la mitad, pero yo, yo nisiquiera sabía el titulo del tema.

- Joder, la culpa la tiene esa flaca (la encargada) por no recordarnos lo del trabajo- dije gruñendo y renegando de mi suerte. Triste fue mi reaccion al notar que para colmo, la susodicha estaba pasando por mi costado y habia escuchado todo.

- Mira compañero, no es mi culpa que seas un irresponsable, incapaz de preocuparte por los trabajos que deja el profesor, ocupado siempre en tus tontas bromas, y pensando en como molestar a cualquier chica que se te cruce. No me culpes por tu torpeza, sino has avanzando con tu trabajo, la culpa es UNIACMENTE TUYA. IDIOTA- me dijo con una la voz de un sargento que acaba de describir que su pelotón ha fracaso en una importante misión.

No supe que decir, aquello me dejo perplejo, anonadado. A partir de ese día, decidí nunca más mirarla, ignorarla y tratarla con la frialdad con la que ella me había tratado, aunque cuando descubrí que era amiga de ELLA, no tuve mayor opción que empezar a cambiar de actitud. […]

Llegamos al paradero, hablamos y hablamos, esperamos y esperamos, pero ella no se iba, claro, esto para mi era genial, pero el sol estaba por esconderse y no había comido algo en todo el día, el hambre empezaba a fastidiarme. -¿Dónde me dijiste que vives?- le dije tratando de aumentar sus ganas de irse –Paucarpata- me dijo. –Si pero en que parte exactamente- insistí. Y Ella empezó a graficarme donde quedaba exactamente su casa, entonces descubrí que vivía cerca de un familiar mío, conocía a la perfección el lugar que me estaba describiendo. Quedo sorprendida, no podíamos creer que a pesar de haber vivido allí toda su vida, jamás haya escuchado de mis tíos, más sorprendido quede yo, había descubierto por fin de donde la conocía, al parecer en una de las tantas visitas familiares coincidimos en algún momento y lugar. No recordaba exactamente donde, pero la había visto, no quise entrar ahondar en detalles, después de todo Ella no lo habia hecho, así que pensé “tal vez, ni me recuerda ni nada, será mejor dejarlo así”. Y así después de casi 1 hora, llego el momento de despedirnos, se fue no sin antes darme su numero –por si quieres llamar- me dijo, -lo haré- le respondí y se despidió con un tierno beso en la mejilla.

Durante la semana siguiente la llame un par de veces, hablamos largo rato mientras yo caminaba de un lado para otro en mi habitación, escuchando algunas canciones de Alejandro Sanz en mi vieja grabadora. Coincidimos muchas veces durante clases, caminamos durante varias horas por el campus de la universidad, conversando y compartiendo chucherias, otras veces almorzábamos juntos, llegamos incluso a formar grupos de trabajo con algunos  compañeros; era espectacular todo, la acompañaba a casa siempre que podía, como todo buen caballero cargaba su bolso y trataba de hacerla reir con mis tontas pero graciosas historias y ocurrencias. Realizamos pequeños viajes por recónditos lugares de la ciudad en busca datos para un ensayo.

A pesar de todo, yo nunca le dije para estar, pensé que todo se arruinaría entre nosotros si lo hacía, Hasta ahora todo era genial y estaba asustado en perder su importante ¿amistad?, recuerdo que en cierta ocasión la llama se encendió entre nosotros, y cometimos jugarretas, pero jamás pasó de eso, un juego. Hasta que un buen día decidí dar un paso al costado y buscar un nuevo camino, no estaba seguro en querer arriesgar todo el tiempo con ella, y me encaminé por una ruta diferente, pasaron los días, semanas, meses  y esa magia fue perdiendo brillo poco a poco, no volvimos a ser los de antes, yo no quería alimentarme de falsas esperanzas, había decidido verla como una gran amiga y compañera, era sin duda, un trabajo muy difícil, pero en el camino encontré mucha ayuda, quiero pensar ella también hizo lo mismo, escogió nuevas rutas y amistades, y mucho tiempo después me enteré que ella tenia una relación.

Me creí inmune a la noticia, tenia que pasar, como dije, Ella una gran chica y era casi imposible que alguien así estuviese sola mucho tiempo, de vez en cuando la veía en clases, rodeada de sus amigas, siendo lo mejor sabe ser “feliz”, ¿En verdad lo era? Yo quería pensar que no, que ambos equivocamos el camino, que ella solo estaba engatusada por “ese sujeto” y que todo se iría al carajo antes que cante el gallo. Tenia celos, no entiendo que clase de celos, pero los tenía, extrañaba demasiado estar con ella, pero no sabía como hacérselo saber, pasé días enteros desubicado y con demasiado desordenes, hasta que un buen día decidí escribir en una hoja todo lo que quería decirle y entregarselo. No se me daban muy bien las palabras frente a ella, y no quería equivocarme al expresarme, siempre se me hizo mas fácil y claro escribir lo que llevo dentro, las ideas fluyen y los sentimientos no pierden el hilo original. Al escribir no pierdes la calma, no te alteras por las reacciones y puedes expresarte libremente sin temor a ser interrumpido.

Se la entregue un miércoles a la salida de clases,  le dije que por favor la leyese al llegar a su casa, y que esperaba poder hablar con ella más tarde y que “pase lo que pase, ella siempre será una personal especial en mi vida” Si me preguntan ¿Que decía la carta? Solo atino en decir que “no lo recuerdo con exactitud”, tengo vagos recuerdos, y aunque me hubiese gustado compartirla con ustedes, pero pienso que si no recuerdo el orden de las ideas, frases u oraciones, esta sería solo una imitación barata. Entre otras cosas, le dije de lo importante que ella era para mí, de las interminables noches en vela tratando de encontrar las palabras exactas para explicarle mis confundíos sentimientos, de las cosas que me habían pasado hasta ahora, de mis planes a futuro, futuro que quería compartir con ella, no me importaba nada que estar con ella.

Y así llegamos a este momento. Yo sentado frente al monitor esperando alguna respuesta, que si bien es cierto espero sea favorable. Estoy conciente que algunas situaciones no pueden ser aplazadas, que si no aprovechamos las oportunidades estas se nos escapan de las manos, que si no tenemos en claro nuestros sentimientos no es por otra cosa que por el tonto miedo a fracasar, soy conciente que tal vez Ella es feliz y yo solo formo parte de un lindo pasado, un pasado que, quien sabe, nunca mas regrese. Pero bueno, las historias de amor son así, con dolor y con desorden, y algunas veces solo nos toca aceptarlas y buscar en otros senderos esa estabilidad y tranquilidad que tanto añoramos. Tal vez deba cambiar la manera de enfrentar al amor e intentar formalizar mi vida, después de todo siempre me jacto de ser un tipo arriesgado, del poder que tengo improvisar y conseguir siempre lo que quiero, pero hay ocasiones en las que involucrase demasiado complica mucho la vida, con esto lo único que busco es resarcir errores del pasado.

Algunas veces no es necesario encontrar una explicación a lo que sentimos, solo importa disfrutar al máximo el momento y no dejar pasar aquellas oportunidades. Ahora lo sé, y espero no volver a equivocarme.


Como todo, esta historia tiene toques reales, inventados e inspirados.

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