Y ahí estaba yo, sentado frente al monitor de la computadora, esperando que Ella me respondiera, anhelando tener una respuesta positiva hacia mi propuesta, deseando con ansias poder volver a verla. Si, la extrañaba, quizás por todo el tiempo que pasamos juntos en la universidad, o quizás porque (aunque no quiera admitirlo) estaba embobado por su cautivante forma de ser. Hubo un tiempo en el que ella y yo pudimos haber sido (como decía un buen amigo de clases) una linda pareja, pero, como cualquier jovenzuelo incauto desaproveché aquella oportunidad y deje ir de mis manos una bella ocasión de ser feliz que me regalaba la vida.
Aún recuerdo la primera vez que
hable con ella, habíamos asistido a un seminario en el área de Ingenierías de
nuestra Alma Mater, entre las ponencias de los invitados se dio un receso para
“refrescar” la mente y regresar recargados a las (aburridísimas) charlas.
Varios fuimos a por un pequeño postre en la cafetería de la facultad, después
de todo, habíamos estado allí desde las 7:00 de la mañana, y varios estábamos
con el estomago vacío, mis amigos y yo nos ubicamos en una mesa lejos de las
demás, riendo y comentando de lo desesperante que era estar en el auditorio,
sentados y sin hacer más que escuchar y escuchar atentamente aquellas ponencias
de los doctores, abogados y periodistas que desfilaban uno tras otro en el
estrado, tratando de explicar el porque de las imperfecciones de nuestro
sistema político.
Entonces la vi, estaba fuera del
local, sentada y disfrutando de un helado, en ese momento tuve un Deja Vu,
sentí que la conocía, que la había visto mucho tiempo antes, que hablamos largo
rato en algún remoto momento de nuestras vidas, pero no conseguía recordarlo.
Esa sensación me invadía más y más, así que me dispuse a acercarme a ella y continuar nuestra (tal vez)
inverosímil conversación.
Pero ¿Cómo abordarla? Pensé en
decirle ¿Nos conocemos de algún lado? O ¿Nos hemos visto antes? Pero sonaría
como un viejo cliché que usan los “galanes” de cine para ligar a alguna
desconocida en una película gringa. No era tonta y seguramente notaria que lo
único que quería era una absurda excusa para poder hablar con ella, y tal vez
pensaría “este tarado cree que esas cosas funcionan en la vida real” lo cual me
dejaría como un tonto en un instante, y según dicen “la primera impresión es la
que cuenta”. No podía dejar que ella pensase eso de mí, así que me detuve un
momento y decidí inventar y cambiar la historia de mí relajada vida, decirle
que soy el tipo mas responsable y listo que jamás haya conocido, un romántico
joven de esos que casi ya no hay, un individuo sensible a la verdadera belleza
de mundo, capaz de percibir lo bello del universo en cada rincón del espacio, hacerle
ver que alguien como yo, era sin duda, un partidazo, iba a ser difícil pero
estaba muy seguro de lograrlo.
- Hey!, Hola puedo acompañarte-
le dije con un tono serio pero a la vez amigable.
- Claro, hay campo para todos-
respondió ella mirándome con un gesto extrañísimo.
Estaba incomoda, había llegado a
molestar su paz y quietud, (este idiota no tiene otra cosa que hacer más que
venir a molestar- seguramente pensó) Claro que en ese momento no caí en cuenta
de ello; no lo hice sino hasta después de 8 meses, tiempo en el que volvimos a
vernos y hablar para formar grupos de trabajo para los distintos cursos de la
carrera e iniciar una hermosa amistad, entonces recién descubrí lo que
significaba aquel gesto en sus ojos.
-¿Hace mucho frió no crees?– Le
dije –este clima va cada vez más raro, si estas encerrado entre paredes te
congelas todo y si estas bajo el sol más de 20 minutos te quemas horrible.
- Eso sí – respondió ella con una
dulce voz- a estas horas yo debería estar echada en mi cama, calentita bajo mis
frazadas y soñando de lo más rico.
Eran las 9 de la mañana, y aunque
yo también era (o mejor dicho, soy) un holgazán que se levanta tarde, jamás
pensé que una chica me dijera lo mismo, y menos con la frescura con que ella lo
hizo, era diferente. Hasta entonces la mayoría de chicas con las que había
hablado me vendían la imagen de chicas responsables, madrugadoras y sobre todo
muy aplicadas; claro, algunas si eran un poco más rebeldes, pero ninguna de
ellas hubiesen madrugado para llegar a tiempo a aquel seminario, y yo la había
visto al ingresar al auditorio, es decir, esto para ella, era cosa sería. Esta
respuesta sin duda me dejo más helado de lo que ya estaba, se suponía que iba a
decirle que era un tipo todo lo contrario a lo que parecía ella era, de alguna
manera otra vez regreso a mi mente lo que diría al venderle mi falsa
personalidad “este tonto es un lerdo nerd y aplicado, que se alucina lo máximo”
e irremediablemente aquello reduciría las posibilidades de poder, de alguna
manera, lograr algo con ella.
Decidí ser un poco más sincero,
revelar algunas cosas de mi verdadero yo, y rajar un poco del mundo y de las
rutinas que nos ofrece la sociedad, renegar del tonto refrán “Al que madruga
Dios le ayuda”, no era necesario levantarse temprano para que Dios nos ayudase,
o es que ¿EL solo ayudaba de madrugaba?
- Pues sí, a quien se le ocurrió
programar este seminario para las 7, porque no piensan un poco más en nosotros
(los estudiantes) y lo dejan para las 10, así aprovechamos para completar el
sueño y desayunarnos bien, por ahí dicen que es la comida mas importante del
día, as podríamos llegar temprano aquí y ahorrarnos el tedioso trafico de la
ciudad.
- Jajaja, tu al menos dormiste un
poco, yo tuve que levantarme a las 2 de la mañana para ir con mi mamí a comprar
algunos cosas para el almuerzo de hoy, es el cumpleaños de mi papá, y a mi
dulce madrecita no se le ocurrió mejor idea que hacer Chupe de Camarones, eso
sí, frescos y sabrosos, y claro como yo soy la hermana mayor tengo que
acompañarla, no he dormido nada, y para colmo al paso que va esto, llegaré
tarde a mi casa y seguramente no habrá nada para mí, es decir, a la que se
sacrificó solo le dejaran las sobras, esas que nadie quiere porque ya perdieron
el sabor.
- Wao que buena hija que eres,
pero ¿Por qué no les dijiste que tenias que venir seminario?
- Se lo dije y fue por eso que
decidió llevarme a mí, me dijo “si igual vas a despertarte temprano para ir a
la u, un par de horas más no te van a hacer daño”.
- Jajaja -No pude evitar la risa-
definitivamente los padres siempre encontraban la forma de que accedas a sus
propuestas, en decenas de ocasiones ya tienen decidido que es lo que harás ese
día, y claro, ni te consultan o piden tu permiso, ellos ya tienen la excusa
perfecta para que irremediablemente acabas haciendo lo que ellos quieren.
Increíblemente sin que tú lo sepas, terminas haciendo lo que ellos desean, tú
crees que fue tu decisión pero en realidad fue suya. ¿Has oído de la Psicología inversa?
- No, este día he escuchado
muchas cosas y la verdad no sé si logre recordarlo todo.
- Posiblemente, pero siempre se
aprende algo nuevo, yo por ejemplo, hoy aprendí que cuando una persona llega
temprano a un lugar, no necesariamente es porque le importe mucho, tal vez sea
porque la obligaron a levantarse temprano.
Y así, hablamos durante los
próximos 20 minutos que duró el receso, me contó parte de su vida, y yo casi
nada de la mía, intercambiamos quejas, nos burlamos de las situaciones que a
ambos nos acontecieron durante el proceso de ingreso a la carrera, renegamos de
la mala suerte de vivir lejos de la universidad, del trajín que involucraba
trasladarse día tras día a nuestra casa de estudios, aún más en aquellos meses de
calor infernal y de heladas noches, sin duda el clima estaba jugando con nosotros.
Al término del receso nos vimos forzados a retornar al auditorio para culminar
con el ciclo de exposiciones.
Al salir decidí esperarla, me la había
pasado bien con ella, y quería continuar aquella tertulia, eran casi las 3 de
la tarde, de un viernes cualquiera. Ella salió, la aborde y lme ofrecí
acompañarla al paradero “una chica tan linda no puede andar sola por una ciudad
peligrosa”- le dije. Afortunadamente ella tomaba su transporte en el mismo
lugar que yo, así que no había problema en recorrer grandes distancias, en
anteriores ocasiones ya me había pasado, acompañaba a atravesar medio centro de
la ciudad a una damicela para despacharla y después me venia forzado a recorrer
largo trecho de regreso para poder abordar mi combi, con el calor que
hacía seguramente iba a ser un mision casi suicida, a pesar de la hora, el sol
estaba cada vez más abrazante, y el cielo no mostraba rastro de nube alguna,
sin lugar a dudas, aquella iba a ser una caminara muy larga, pero no, esta vez había
tenido suerte y solo tenia que hacer una ruta.
- Y ¿Donde tomas tu combi?- le
pregunte, fingiendo no saber hacia donde se dirigía.
- Aquí cerca, pero antes, quiero
ir a comprar algunas cosas ¿Tienes tiempo?
- Si, claro, te sigo.
- Bien, vamos a ir a una librería
que conozco, necesito un cuaderno y un par de lapiceros.
Caminamos por la ciudad cerca de
veinte minutos, esquivando los carros que, para variar, andan siempre apurados
y no son capaces de detenerse un momento para que la gente de a pie pueda
cruzar tranquilamente una pista, en fin, llegamos a la librería, era grande,
más grande que ninguna otra que haya visto antes (tomando en cuenta que la
única librería que conozco, es la de la esquina de mi casa), con cerca de 20
trabajadores que buscaban atender al público de la mejor manera posible, una
gran variedad de cuadernos, lapiceros, hojas, láminas, colores, borradores,
fólder’s e infinidad de cosas que le piden a uno cuando esta por ingresar al
primero año de educación inicial. Nos acercamos a la sección cuadernos y
entonces descubrí que mi viejo cuaderno “loro” ya había pasado de moda, ahora
todos los cuadernos tenían diseños extrañísimos en sus tapas, con distintas
“cositas” que le hacían especial y diferente de entre los demás, stickers por
doquier y hojas de diferente volumen y tamaño.
Ella, como toda mujer que se
respete, demoro otros 30 minutos en comprar el dichoso cuaderno y su “pack de
lapiceros” (que incluía colores de los que jamás había oído), no demoro mucho
en escoger los artículos adecuados, sino en pagarlos, mismo RENIEC el
procedimiento para cancelar el precio de los productos involucraba trasladarse
de caja en caja y formar cola para todo, para ver el costo de cada articulo y
anotar el monto total, para cancelar el saldo, para recoger las útiles y para
salir del establecimiento, pues un gorila se encargaba de revisar que todo este
“en orden”. Ni en el Terrapuerto había tanta seguridad y orden a la hora de realizar
un trámite. Mientras ella corría de un lado a otro, me asomé a ver el montón de
novelas que allí se vendían, encontré varios títulos interesantísimos, pero no
compre ninguno, y no porque fuese tacaño (cosa que muchos dicen de mí), sino
mas bien por evitar todo el “embrollo burocrático” que acarreaba realizar allí
mi compra, más fácil era grabar el nombre de la novela en mi memoria, ir a “la
esquina del lector” y comprar en menos de dos minutos aquella obra. Siempre lo
he dicho “los hombres somos más prácticos”.
Salimos del lugar y le pregunto
el porque de acudir a aquel establecimiento, seguro existía una librería en la
cual nos evitarían tanto enredo y correteada de un lado a otro. –Siempre he
venido aquí- me dice y yo quedo extrañado todavía, en fin, cada quien sabe
donde hace sus compras, eso sí, si en algún futuro me pide que la vuelva a
acompañar, deberé inventar alguna excusa, pues no estoy dispuesto a volver más
a ese lugar, es cierto que tienen toda la indumentaria necesaria para realizar
los “trabajos estudiantiles” pero el ajetreo de los clientes, el bullicio de
los niños al exigir a sus padres determinado articulo, el mal genio de algunas
señoritas cajeras, la cara de detective del “gorila” que resguarda el ingreso y
salida de toda persona, son un trauma que será muy difícil superar.
Compramos un par de helados y
caminamos de regreso, exactamente por la misma ruta que seguimos para comprar
sus “cosas”, mientras caminamos Ella me habla de una película que le recomendó
una amiga.
[…]La amiga, claro, como no
conocer a su amiga, como olvidar aquella vez en que me mando al infierno de un
solo grito, recuerdo que fue durante la clase de Semiotica, ella era
responsable de unas copias que dejo el profesor, hojas que necesitabamos para
hacer un importante trabajo, mi mala memoria me hizo olvidar de aquel trabajo,
los días pasaron y no lo recordé sino hasta revisar el bolso de una compañera,
vi las copias y enseguida los recuerdos volvieron a mi mente, quedaban apenas 2
días para realizar el trabajo, todo mundo ya estaba por terminar, y comentaban
de lo difícil que les resulto buscar y consultar libros, sacar conclusiones y
armar sus flujogramas, estaban preocupados aún cuando iban por la mitad, pero
yo, yo nisiquiera sabía el titulo del tema.
- Joder, la culpa la tiene esa
flaca (la encargada) por no recordarnos lo del trabajo- dije gruñendo y
renegando de mi suerte. Triste fue mi reaccion al notar que para colmo, la
susodicha estaba pasando por mi costado y habia escuchado todo.
- Mira compañero, no es mi culpa
que seas un irresponsable, incapaz de preocuparte por los trabajos que deja el
profesor, ocupado siempre en tus tontas bromas, y pensando en como molestar a
cualquier chica que se te cruce. No me culpes por tu torpeza, sino has
avanzando con tu trabajo, la culpa es UNIACMENTE TUYA. IDIOTA- me dijo con una
la voz de un sargento que acaba de describir que su pelotón ha fracaso en una
importante misión.
No supe que decir, aquello me
dejo perplejo, anonadado. A partir de ese día, decidí nunca más mirarla,
ignorarla y tratarla con la frialdad con la que ella me había tratado, aunque
cuando descubrí que era amiga de ELLA, no tuve mayor opción que empezar a
cambiar de actitud. […]
Llegamos al paradero, hablamos y
hablamos, esperamos y esperamos, pero ella no se iba, claro, esto para mi era
genial, pero el sol estaba por esconderse y no había comido algo en todo el
día, el hambre empezaba a fastidiarme. -¿Dónde me dijiste que vives?- le dije
tratando de aumentar sus ganas de irse –Paucarpata- me dijo. –Si pero en que
parte exactamente- insistí. Y Ella empezó a graficarme donde quedaba
exactamente su casa, entonces descubrí que vivía cerca de un familiar mío,
conocía a la perfección el lugar que me estaba describiendo. Quedo sorprendida,
no podíamos creer que a pesar de haber vivido allí toda su vida, jamás haya
escuchado de mis tíos, más sorprendido quede yo, había descubierto por fin de
donde la conocía, al parecer en una de las tantas visitas familiares
coincidimos en algún momento y lugar. No recordaba exactamente donde, pero la
había visto, no quise entrar ahondar en detalles, después de todo Ella no lo
habia hecho, así que pensé “tal vez, ni me recuerda ni nada, será mejor dejarlo
así”. Y así después de casi 1 hora, llego el momento de despedirnos, se fue no
sin antes darme su numero –por si quieres llamar- me dijo, -lo haré- le
respondí y se despidió con un tierno beso en la mejilla.
Durante la semana siguiente la
llame un par de veces, hablamos largo rato mientras yo caminaba de un lado para
otro en mi habitación, escuchando algunas canciones de Alejandro Sanz en mi
vieja grabadora. Coincidimos muchas veces durante clases, caminamos durante
varias horas por el campus de la universidad, conversando y compartiendo
chucherias, otras veces almorzábamos juntos, llegamos incluso a formar grupos
de trabajo con algunos compañeros; era
espectacular todo, la acompañaba a casa siempre que podía, como todo buen
caballero cargaba su bolso y trataba de hacerla reir con mis tontas pero
graciosas historias y ocurrencias. Realizamos pequeños viajes por recónditos
lugares de la ciudad en busca datos para un ensayo.
A pesar de todo, yo nunca le dije
para estar, pensé que todo se arruinaría entre nosotros si lo hacía, Hasta
ahora todo era genial y estaba asustado en perder su importante ¿amistad?,
recuerdo que en cierta ocasión la llama se encendió entre nosotros, y cometimos
jugarretas, pero jamás pasó de eso, un juego. Hasta que un buen día decidí dar
un paso al costado y buscar un nuevo camino, no estaba seguro en querer
arriesgar todo el tiempo con ella, y me encaminé por una ruta diferente,
pasaron los días, semanas, meses y esa magia
fue perdiendo brillo poco a poco, no volvimos a ser los de antes, yo no quería
alimentarme de falsas esperanzas, había decidido verla como una gran amiga y
compañera, era sin duda, un trabajo muy difícil, pero en el camino encontré
mucha ayuda, quiero pensar ella también hizo lo mismo, escogió nuevas rutas y
amistades, y mucho tiempo después me enteré que ella tenia una relación.
Me creí inmune a la noticia,
tenia que pasar, como dije, Ella una gran chica y era casi imposible que
alguien así estuviese sola mucho tiempo, de vez en cuando la veía en clases,
rodeada de sus amigas, siendo lo mejor sabe ser “feliz”, ¿En verdad lo era? Yo
quería pensar que no, que ambos equivocamos el camino, que ella solo estaba
engatusada por “ese sujeto” y que todo se iría al carajo antes que cante el
gallo. Tenia celos, no entiendo que clase de celos, pero los tenía, extrañaba
demasiado estar con ella, pero no sabía como hacérselo saber, pasé días enteros
desubicado y con demasiado desordenes, hasta que un buen día decidí escribir en
una hoja todo lo que quería decirle y entregarselo. No se me daban muy bien las
palabras frente a ella, y no quería equivocarme al expresarme, siempre se me
hizo mas fácil y claro escribir lo que llevo dentro, las ideas fluyen y los
sentimientos no pierden el hilo original. Al escribir no pierdes la calma, no
te alteras por las reacciones y puedes expresarte libremente sin temor a ser
interrumpido.
Se la entregue un miércoles a la
salida de clases, le dije que por favor
la leyese al llegar a su casa, y que esperaba poder hablar con ella más tarde y
que “pase lo que pase, ella siempre será una personal especial en mi vida” Si
me preguntan ¿Que decía la carta? Solo atino en decir que “no lo recuerdo con
exactitud”, tengo vagos recuerdos, y aunque me hubiese gustado compartirla con
ustedes, pero pienso que si no recuerdo el orden de las ideas, frases u
oraciones, esta sería solo una imitación barata. Entre otras cosas, le dije de
lo importante que ella era para mí, de las interminables noches en vela
tratando de encontrar las palabras exactas para explicarle mis confundíos
sentimientos, de las cosas que me habían pasado hasta ahora, de mis planes a
futuro, futuro que quería compartir con ella, no me importaba nada que estar
con ella.
Y así llegamos a este momento. Yo
sentado frente al monitor esperando alguna respuesta, que si bien es cierto
espero sea favorable. Estoy conciente que algunas situaciones no pueden ser
aplazadas, que si no aprovechamos las oportunidades estas se nos escapan de las
manos, que si no tenemos en claro nuestros sentimientos no es por otra cosa que
por el tonto miedo a fracasar, soy conciente que tal vez Ella es feliz y yo
solo formo parte de un lindo pasado, un pasado que, quien sabe, nunca mas
regrese. Pero bueno, las historias de amor son así, con dolor y con desorden, y
algunas veces solo nos toca aceptarlas y buscar
en otros senderos esa estabilidad y tranquilidad que tanto añoramos. Tal
vez deba cambiar la manera de enfrentar al amor e intentar formalizar mi vida,
después de todo siempre me jacto de ser un tipo arriesgado, del poder que tengo
improvisar y conseguir siempre lo que quiero, pero hay ocasiones en las que
involucrase demasiado complica mucho la vida, con esto lo único que busco es
resarcir errores del pasado.
Algunas veces no es necesario
encontrar una explicación a lo que sentimos, solo importa disfrutar al máximo
el momento y no dejar pasar aquellas oportunidades. Ahora lo sé, y espero no
volver a equivocarme.
Como todo, esta historia tiene
toques reales, inventados e inspirados.




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